lunes, noviembre 5

Nunca a él

Lo que pienso puede gustarle a mi mamá, a mi papá, a mis tres abuelos, a mi hermana, a todos mis primos, a algunas de mis primas, a mi amiga, a mi amigo, al que no me conoce, al que me lee, al que no sabe de mí, a mi mejor amiga, al loco, a la que ya lo olvidó, a su tía, a la mía, a los niños, a mi profesora, a mi profesor, a mí, pero no a él, nunca a él. Lo que escribo le puede parecer inteligente a ella, a ellos, a sus, a mis, a los, a las, menos a él, nunca a él. Yo le puedo gustar al vecino, a su perro, a mi gato, a su gato, al amigo del amigo, a los amigos, a la amiga, al primo lejano, al olvidadizo, al que todo lo recuerda, al que no me gusta, al de la sonrisa, al de los ojos, al soñador, pero no a él, nunca a él. Lo que quiero decirle se lo he dicho a todos, a papá, a mamá, a mi amiga, a su amigo, a mi mejor amiga, a la loca, al cuerdo, al lector, al escritor, al soñador, al músico, al que juega con el yo-yo, a mi gato, al de la tele, al de la esquina, a la señora de la tienda, al portero, a mi profesor, a su gata, a su mamá, a sus sueños y a los míos, menos a él, nunca a él. 

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