At the end of the day, all I care about is to have your hand close to mine
miércoles, junio 29
•elegir•
sonámbulos
viernes, junio 24
Candados parisinos
martes, junio 21
otras muchas
Y, a veces, me siento cerca de, de nuevo, mirarte a los ojos y sonreírte y, otras muchas, siento que mi sonrisa no te falta y ya no quieres ver mis ojos.
Y, a veces, elijo recordar y, otras muchas, recuerdo porque sí, porque todavía pareces ser parte de mí.
lunes, junio 20
hay recuerdos que decidimos conservar |
domingo, junio 19
s a l t a r
viernes, junio 17
jueves, junio 16
ser humano
lunes, junio 13
Confiar
Historias incompletas -II
-Hola, Mora-dijo muy rápido, sonando entusiasmado
-Hola, Fer-respondió (son)riendo
-¿Paso por tu casa?
-No sabes dónde está mi casa, Fer-rió de nuevo
-Es verdad, ¿dónde nos vemos?
-¿En el parque al que nos gustaba ir puede ser?
-Bueno, ¿a qué hora? Yo estoy listo, eh
-No sé, en un par de horas, calcula que desperté hace un rato
-Siempre dormilona...¿y si desayunamos ahí?
-Bueno, entonces, a las 11
-Listo, yo llevo el desayuno, no te preocupes
-Dale, nos vemos en un rato
-Gracias, Mora
Y Mora colgó, con más preguntas que alegría resonando en su mente, seguía sin saber si estaba bien volver a verlo, volver a dejarlo entrar en su vida, volver a hablar con él tranquila, como si nada hubiera pasado, pero su siempre fuerte sentido de vivir le recordó que estaba bien hacer lo que sentía en el momento, lo que quería hacer y la verdad era que todos esos meses sin él había querido verlo, abrazarlo de nuevo y hablar, solo hablar, así que puso su canción favorita y se metió a la ducha. Como casi siempre que iba a verlo a él, no le importó mucho qué ponerse, se cambió, se peinó y salió hacia el parque, que -aunque Fer no lo sabía todavía- estaba a dos cuadras del departamento en el que vivía ahora. Se puso sus audífonos, subió el volumen de esta canción,
-Morita, ¿cómo va todo?
-Bien, don Ramiro, ¿cómo est-
-Te ves distinta, Morita, ¿qué pasó?
-La vida-sonrió nerviosa
-Ojalá la vida te siga poniendo así, entonces, querida, nos vemos-y bajó del ascensor, silbando de nuevo.
Morá se quedó, entonces, sola en el ascensor y con más sonrisa que miedo, bajó los pisos que faltaban y salió del edificio. Sus manos sudaban por segunda vez en el día mientras la canción empezaba de nuevo, caminó las dos cuadras que la separaban del parque y se detuvo a esperar a que el semáforo cambiara, levantó la mirada y vio a Fer, caminando de un lado al otro junto al árbol que más sombra daba en todo el parque. El semáforo cambió y Mora empezó a caminar hacia el parque, de pronto, Fer dejó de caminar nervioso de un lado al otro, la vio y se detuvo. Mora llegó hasta Fer, él la miró sin decir nada y extendió sus brazos, ella quiso dudar, pero su corazón pudo más y se hundió en su abrazo.
martes, junio 7
Hilos
Padma toma un ovillo, juega por un rato con él como si fuera un yo-yo y, luego, lo toma entre sus manos, lo mira, le gusta el color y empieza a ensartar la lana en los palitos que tiene en las manos. Como si siguiera el ritmo de una rara canción, mueve los palitos uniendo nuevos puntos, creando algo nuevo. Si escuchas muy atento, la oyes tarareando la canción que la inspira a seguir y, si la miras a los ojos, puedes hasta conocer la letra de la triste canción que teje hoy. Padma teje porque la canción la hace tejer y, mientras teje, teje el sueño de alguien más, que cree que sus sueños los tejió él, que son su invento y son su gloria, no sabe que Padma, entre sus dedos, controla cada punto y une o desata lo que dicte la canción, no sabe que sus sueños pueden siempre cambiar, que ni él, ni Padma pueden decidir nada, ella debe tejer y él debe soñar, se olvida de que él puede elegir ya no soñar, de que él puede escoger solo vivir -solo vivir-.
Atreverse
lunes, junio 6
vita est
La vida es ese lunes por la mañana, que despiertas extrañando, la vida es, también, el viernes por la noche en el que solo quieres olvidar. La vida es tu siesta con la mía, la vida es su miedo y también son sus ganas. La vida es ese domingo en el que te atreviste a la locura, bajaste del tren y volviste a mirarla a los ojos. La vida es, también, la tarde del martes en la que no haces nada o la ducha después del trabajo, en la que pareces dejar al mundo de lado. La vida es mis mañanas de jugo de naranja y mis sábados de dormir hasta tarde. La vida es mirarte en el espejo, lavarte la cara y volver a empezar. Pero la vida también es mirarte en el espejo, volver a la cama y pausar.
La distancia y el tiempo no saben la falta que le haces a mi corazón |
Y ver el cielo y pensar que, en algún lugar, una historia comienza y que, tal vez, en algún otro, otra termina. Y ver las nubes y pensar que hay lágrimas que nunca dejarán de caer y otras a las que no dejan salir. Y perderse en el azul y pensar que lo que sea que venga, vendrá, que perderse es, a veces, también, encontrarse y que el miedo no atrapa si nos permitimos libertad. Y ver mis pies y olvidar las alas, porque caminando puedo también volar.
domingo, junio 5
eternidá
De nada vale un para siempre si sus instantes no son eternidades. Una eternidad no está hecha de años o de siglos, una eternidad es ese momento que abarca todo, que no deja ningún espacio libre de ese momento, que llena todo el tiempo y el espacio. El para siempre más bonito es ese que, tal vez, no dura hasta la muerte, pero que, mientras dura, se siente eterno, se siente siempre, llena siempre, llena todo. Tal vez, vivimos para llenarnos de eternidades que duran dos minutos o que suceden en dos metros, pero que nos llenan por completo, tal vez, lo más sincero es nunca prometernos para siempres, sino, prometernos siempre eternidades, prometernos siempre vivir del todo, prometernos estar comprometidos con el instante que vivimos, con el instante que vivimos solos o acompañándonos. Tal vez, la forma más pura de ser eternos es siendo instantes.