Mirarte a los ojos había sido siempre extraño, siempre mágico, siempre distinto
perderme en ellos, en cambio, era natural, parte de mí, de nosotros
sonreír al compás de tu sonrisa era cotidianidad, calma, era paz.
Esa vez, por vez primera, vi tus ojos encendidos con una luz distinta, incendiados por una energía que, hasta ese momento, no conocía
y me perdí, como siempre que me atrapa tu mirada, me perdí y la luz de mis ojos se convirtió en antorcha, copió tu fuego y se adueñó de esa energía explosiva, renovadora, de esa energía que se comía todo lo que encontrara a su paso
mi sonrisa se encontró de cerca con la tuya y, entre tus labios, fue más sonrisa que nunca, estalló y me convirtió en el dibujo de una sonrisa, en el olor de un beso, en el sonido de tus dedos en mi piel, en la sensación de un ahora que se convierte en un siempre, que desdibuja el tiempo y repleta el espacio, que hace los límites borrosos hasta que desaparecen, me convirtió en la yo que siempre quiero ser.
Y así fue, nos hicimos luz, fuimos risa y nos perdimos hasta encontrarnos por completo.
At the end of the day, all I care about is to have your hand close to mine
lunes, mayo 30
sonrisas que sonríen
Historias incompletas -III
jueves, mayo 26
espacio público
Jaime
lunes, mayo 23
Abuela
jueves, mayo 19
Flotar
miércoles, mayo 18
eso
días de infinita luz
y palpable dulzura
abrazos, como los tuyos
dedos, como los míos
paseando sobre tu piel
conociendo tus lunares
mientras tú descubres los míos
tus labios
tus besos
tu ojos a través de mi pelo
tu olor
el mío en tu recuerdo
perturbando tu día
tus pestañas
y besarte la cara
mientras abrazas mi cintura
tu pecho
dormir sobre tu pecho
y besarte al despertar
tu cuello
las puntas de tus dedos
y esa sonrisa
que decidí comerme a besos.
martes, mayo 17
Historias incompletas -IV
lunes, mayo 16
Historias incompletas -V
jueves, mayo 12
Aviones de papel
miércoles, mayo 11
Juegos
lunes, mayo 9
Completo.
Impregnado
domingo, mayo 8
Historias incompletas -VI
viernes, mayo 6
Paseos
jueves, mayo 5
Atrevida
martes, mayo 3
Historias incompletas -VII
Habían pasado 13 meses desde ese día, hoy Mora ya no lloraba contra la puerta de su habitación y esa había dejado de ser su habitación, ahora Mora vivía sola en un departamento chiquito, pero lleno de sus detalles, casi siempre con flores en algún florero improvisado y un par de cuadros tristes, que se atrevió a pintar cuando recién se mudó, colgados en su pequeña salita. Mati estaba invitado a desayunar y, como siempre, Mora despertó tarde, así que se bañó como pudo y se fue a comprar naranjas, pan, algunos dulces y, de regreso, hizo café y jugo de naranja. No había terminado de exprimirlas cuando el invitado llegó:
-estoy abajo, más te vale estar despierta
-estoy, ya te abro
y le dijo a Pedro por el intercomunicador que le abriera la puerta del edificio por favor, terminó de exprimir la última naranja, se lavó las manos y el timbre sonó.
-hola, tonto
-hola, enana, ¿bañada tan temprano?
-bueno, a veces, pasa
rieron y Mati se metió a la cocina a ver qué había preparado Mora:
-no sé si sea bueno comer tanto hoy
-BUENO, te comes todo o no salimos
Mati asintió y se sentó a desayunar, conversaron un poco sobre el último par de semanas en el que no se habían visto porque la universidad y el trabajo los tenían bastante ocupados y Mora no paró de reír como siempre que estaba con él, su amigo favorito. Terminaron de desayunar y, mientras Mora buscaba un abrigo, Matías había lavado todo, así que, cuando Mora estuvo lista, se fueron a tomar el tren. En el tren, Mati le contó sobre lo que había leído sobre la actividad que iban a hacer y ella se asustó un poco, pero trató de sonreír, luego se recostó sobre el hombro del tonto y durmió un poco. Cuando llegaron al lugar, el instructor ya los estaba esperando: iban a hacer puenting. El miedo de Mora crecía cada vez más, pero Mati parecía no poder controlar su emoción. Él fue el primero en saltar, gritó fuerte y, para cuando volvió al lado de Mora, tenía una sonrisa de paz que pocas veces se le veía. Ella ya tenía todo listo para saltar, menos a ella misma, porque el miedo estaba ahí, frenándola. Se puso en el lugar exacto desde donde debía saltar, tomó fuerza, respiró hondo, cerró los ojos y...no saltó. Aunque hoy ya no lloraba porque extrañaba a Fer, todavía la acompañaba el miedo a lanzarse, a entregarse del todo, a dejarse ir, hoy, ya no tenía su mano para sentirse del todo fuerte y del todo valiente. Se tenía solo a ella y a sus ganas de seguir volando, de no cerrar sus alas.