viernes, enero 22

mariquitas

Cuando era chica, papá y yo rescatábamos mariquitas de la pileta del parque. Él, con cuidado, las sacaba del agua y las ponía en mis manos y ahí estaba yo: con una vida entre mis manos, una vida que no me pertenecía, pero que yo sostenía. En la vida, nos pasa lo mismo, sin querer o sin saberlo, terminamos sosteniendo vidas, teniendo vidas entre nuestras, tantas veces, torpes manos y, claro, tratamos de no depender de nadie, lo intentamos con todas nuestras fuerzas y fallamos, siempre alguien más termina, sin saberlo, sosteniendo nuestras vidas mientras nosotros sostenemos la suya. Y es que, al final, es así, somos seres dependientes, casi inevitablemente dependientes, cuyas vidas necesitan hilos que se entrecruzan para sostenerlas, personas que se unen para sostenerlas. Talvez el truco está en no dejar de sostener, porque, con la excusa de sostener al otro, nos sostenemos a nosotros mismos.

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