miércoles, febrero 17

Revolcón

El primer paso en la arena, ver, por vez primera, mi huella marcada en la arena, sentirla caliente y suave, relajante, dar un paso más y sentir cómo me voy hundiendo ligeramente, correr hacia el mar, haciendo huellas dentro de las de papá y, por primera vez, sentir la arena mojada, ver esta nueva huella, distinta y húmeda. Escuchar la ola fuerte que se acerca, ver cómo rompe y ver el agua cada vez más cerca de mis pies, levantar un pie para escapar y notar que es muy tarde: el mar ya mojó mis pies y borró mis huellas. Me atrevo a entrar un poco más y el mar se ve cada vez más grande, pero es más mi amigo, ya está en mis rodillas y lucho un poco más para avanzar. Con el mar ya en mi cintura, meto las manos y dejo a mis dedos libres sentir el mar, su movimiento y su frío; cada vez me siento más tranquila y más Ariel. Sigo avanzando y ya me cuesta seguir en pie, pero veo a papá disfrutando de las olas y me creo que puedo llegar un poco más allá, pataleo un poco y me ayudo con las manos. De pronto, el mar me jala un poco más fuerte y veo cómo se va armando una ola más grande que las anteriores, ya no parece suficiente patalear, mis manos se vuelven torpes y cuando papá nota que estoy detrás de él ya es muy tarde, la ola y yo ya somos una, siento arena en todos lados, me raspo, trago un poco de agua, me asusto y abro los ojos. La ola ya me soltó, estoy de rodillas con el mar y el ruido de las olas detrás de mí, papá preocupado tratando de saber si estoy bien y mamá acercándose hacia mí. Suelto a papá, me paro digna y enojada -sobre todo, enojada-y le digo "por tu cumpa", camino como puedo hacia mamá, la abrazo y me pongo a llorar. Al rato, calmada y con algunos raspones, vuelvo al mar.

Hoy, cada vez que vuelvo al mar, pienso en esa vez, en esa primera ola, en esa primera caída y decido volver a levantarme, querer a mis raspones y nadar un poco más allá.

No hay comentarios: