jueves, febrero 25

Fausto

Hoy, mientras Fausto tomaba valor, algún niño sintió que le gusta otro niño, una niña quiso jugar con un carrito y algún otro niño se dio cuenta de que siente hace mucho que su cuerpo de niña no va con él, que no representa quien él siente que es. Cuando Fausto empezó a escribir la carta, un padre llamó a su hijo "mariquita" por llorar, una mamá le pidió a su hija que, por favor, sea más femenina o que se comporte como señorita, un chico se burló de su hermano por probarse el vestido de su hermana y una chica llamó a otra puta por usar una falda corta. Mientras todos ellos lloraban y empezaban a aceptarse un poco menos, a quererse un poco menos, Fausto tomaba la cuerda que había comprado hace días. 
Hoy, Fausto se colgó en su cuarto y, a sus pies, dejó la carta que terminaba con "perdón, mamá". Mientras su mamá lloraba, la vida de todos los que lo juzgaron y le dijeron que amar a Joaquín estaba mal siguió. Hoy, su mamá se dio cuenta de que su hijo no había cometido ningún error y no tenía por qué pedir perdón, pero fue incapaz de decirles a los demás que estaban equivocados, que el amor, finalmente, es amor y que las diferencias no están mal, que son naturales. Hoy, Fausto no aguantó más el odio y la discriminación, se cansó y dejó de luchar. Hoy, la vida de esa gente que tanto ama discriminar no cambió, pero la vida de María, su mamá, cambió para siempre, porque esta vez fue su hijo quien se fue. Hoy, María prendió el televisor y fue la foto de su hijo la que vio, hoy, por primera vez, las consecuencias de su odio tuvieron un rostro conocido, hoy, por primera vez, María vio el impacto que la discriminación genera en las personas y, por eso, María decidió, hoy, dejar de odiar y repartir odio, decidió empezar a dar amor y a valorar las diferencias, porque, al parecer, odiar no genera ningún problema hasta que toca a alguien que amamos, porque, al parecer, somos inmunes a nuestro propio odio hasta que toca a nuestro único amor.

No hay comentarios: