miércoles, octubre 28

Pierdo la fe en mí cada vez que espero encontrarme en alguien más. Recupero mis ganas y mi esperanza cuando quiero encontrarme en mí, en el único lugar en el que estoy. Mientras no me encuentre, no me sirve buscar en alguien más; mientras no me encuentre, terminaré perdiéndome en un otro; mientras no me encuentre, no he de parar de buscarme. 
A veces, me pierdo, olvido la dirección y busco encontrarme en alguien donde no estoy, a veces, olvido que no le pertenezco a nadie más que a mí -si es que me pertenezco- y quiero contención y soluciones que no son las mías. Hoy, recuerdo que me encontré y, en ese momento, le permití aparecer a alguien con quien disfrutarme, con quien compartir. Hoy, talvez, me perdí un poco de nuevo y vuelvo a mi búsqueda hasta terminar de encontrarme. Hoy, espero no perderme nunca más, porque me gusta tenerme, enfrentarme, mirarme y ser. Hoy sé que, efectivamente, me encontré y, en ese encuentro, recordé lo segura que estoy de lo que quiero, de lo que me gusta y de lo que soy. Hoy, me tengo y sé que caí, que no sé si vaya a levantarme, pero que viví, que me di lo que quería darme y que estoy para mí, que, no importa cuántas veces me equivoque, soy y que no busco a los demás para encontrarme, que los encuentro, sin buscarlos, para disfrutar, para vivir.

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