Vivimos, entonces, en un círculo vicioso, donde nadie puede recibir amor incondicional porque nadie lo da si antes no lo recibió -o sea, al final, es un amor condicionado-.
Yo vivo en mi mundo lindo, en el que doy mi amor sin buscar recibirlo de vuelta, porque me encanta darlo, porque me encanta el amor y la gente que sonríe al recibirlo, porque me encanta la explosión que genera el amor en la vida, en las personas y en las sensaciones. Planeo aferrarme siempre a este mundo que, aunque muchas veces parece desmoronarse, me sigue acogiendo , permitiéndome dar sin límites y recibir con amor lo que venga.
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