Qué fácil es destruir lo que con tanto esfuerzo y tan lentamente construimos y es que parecemos seres destructores por excelencia. Seres que destruyen lo que ellos mismos construyen con una facilidad que nunca deja de asombrarme. No importa cuánto de ti pusiste en algo o cuánto tardaste en construir eso que tanto querías y, luego, como si lo hubieras hecho de la más fina fragilidad, lo destruyes sin demora, sin cansancio, sin demasiada importancia. Y podría pensarse, tal vez, que construimos cosas frágiles, demasiado débiles o efímeras, pero, en realidad, parece ser que es tan grande nuestra fuerza de destrucción que no importa cuán sólida sea nuestra construcción podemos, sin esfuerzo, destruirla.
Espero ser un ser constructor cuya fuerza destructora sea inexistente, cuyo anhelo sea siempre construir y no tirar abajo y coincidir con seres que quieran, a mi lado, construir.
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