martes, julio 19

Alguna parte de Historias incompletas

Y, la verdad, aunque estemos juntos o no, podré olvidarte por un rato, pero a mi mente vas a volver siempre, porque en mi corazón ya no sabes dejar de estar, si en este tiempo, no te fuiste, no te vas a ir más. Y quisiera decirte -si eso te hiciera feliz- que, en algún momento, no voy a estar, pero siempre estuve y siempre voy a estar, quiero que confíes siempre en mí
Mora soltó el lápiz y trató de no llorar, pero eran días complicados, donde le hacía falta tomar la mano de Fer en silencio, tener su compañía para estar sola, para ser sola. Mora estaba rodeada de gente que la quería, que la cuidaba y la protegía, pero que nunca la dejaba estar sola, nadie más que Fer sabía acompañarla en su elegida soledad, solo la compañía de Fer era permitida en ese espacio de desaparición, de descanso, de respiración. Cuánto hubiera querido que Fer estuviera, que, como en algún momento hablaron, más allá de su amor y de sus besos, estuviera siempre para ella, cuánto quería llamarlo y pedirle aparecer, pero sabía que Fer había tomado una decisión al desaparecer, que él no quería que ella estuviera para siempre, que prefería no acompañarla en su soledad, así que se metió en su cama y, sin dejar de llorar, se abrazó fuerte hasta que se durmió.

Fer, mientras tanto, no podía dormir pensando en ella, en cómo estaba, no podía dormir pensando en cuánto extrañaba su contagiosa libertad, su luz y su ser, pensando en cuánto le hacía falta tomar su mano para andar.

No hay comentarios: