Alonso tiene los ojos muy abiertos, con la cabeza levantada, mirando hacia arriba, concentrado en eso que lo tiene perdido. Amelia juega con sus rulos mientras lo ve curiosa:
-¿qué miras, Alonso?
Él sigue perdido, embelesado, mientras sus ojos no paran de brillar.
-¡ALONSO!, ¿QUÉ MIRAS?
-¿ESTÁS MIRANDO LAS ESTRELLAS?
-¿SON LAS ESTRELLAS?-le dice Amelia, mientras levanta la cabeza, buscando las estrellas.
-¡QUÉ LINDAS ESTÁN!¡CÓMO BRILLAN!
Alonso, que, hasta ese momento, parecía no escucharla, levantó un poco más la cabeza y empezó a mirar el cielo, buscando las estrellas.
-¡Wow! Yo estaba viendo las figuras de las ventanas, ¡las estrellas están lindas!
Ahora, Amelia y Alonso miran juntos hacia el cielo, perdidos y felices, con ojos brillantes y atentos.
En realidad, hoy, este cielo no nos deja ver las estrellas, pero los niños son siempre capaces de ver, con la imaginación, eso que nosotros nos olvidamos de soñar o imaginar. Hoy, sueño con los días en los que volvamos a atrevernos a ver eso que imaginamos, en los que tengamos la valentía de, cada vez, ser un poco más niños, un poco más libres.
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