martes, agosto 2

Alas

Cuando hablo de volar, la gente parece pensar que quiero volar alto, muy alto, y lejos, muy lejos, aunque, a veces -muy a menudo, casi siempre-, me refiero a volar con los pies sobre la tierra, solo a abrir mis alas y caminar. Me falta contarles que volar no necesariamente es ir lejos o llegar a lo más alto, volar es flotar todos los días sin esfuerzo, en cada momento, con cada cosa, volar, para mí, es vivir sin aprisionar las alas, mostrarlas en su esplendor y andar, de alas abiertas y pies flotantes, andar. Para volar no tengo que irme lejos, basta con mojar mis alas y mis pies con la lluvia mientras camino hacia ningún lugar en específico, pero si mis pies me llevan lejos también está bien y vuelo, sigo volando, floto hasta alzar el vuelo y andar un poco con el viento. 
Volar, finalmente, es permitirles, a mis alas y mis pies, la libertad, permitirme, a mí, la libertad.

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