martes, agosto 2

Colector de sueños

El viejo Oswaldo vivía para encontrar sueños y atesorarlos, cuando, caminando, oía a alguien soñar, se acercaba a su ventana, cerraba los ojos, observaba en silencio, sonreía de lado y soplaba un poco, sin miedo, el sueño bailaba hasta sus manos, donde él lo cobijaba y protegía. Oswaldo abría los dedos, dejaba que el sueño baile un poco más y, luego, tomaba una sonaja nueva, donde, con cuidado, lo guardaba. Cada sonaja tomaba un color especial y parecía dibujar algún cuento distinto en su superficie. 
A Joaquín, Oswaldo le regaló la sonaja que contenía el sueño favorito de su padre: la libertad.

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