lunes, agosto 29

Historias incompletas -O

-Y yo sigo siendo la que te quiere con todo y tus miedos 
-Yo no sé quererte con tus ganas, me asusta cómo haces que todo cambie y yo pierdo el control 
-Creo que eso es lo que más me gustaba de estar juntos, el control no existía, porque no era necesario, vivíamos juntos lo que queríamos vivir 
-¿y después?¿qué iba a pasar? 
-No sé, Fer, no sabía qué iba a pasar después, pero me hubiera gustado que lo averigüemos juntos-dijo Mora medio entrando en llanto, sin poder mirarlo a los ojos 
-Vuelvo a pensar que estás mejor sin mí, porque no tengo claro todavía lo que quiero o, tal vez, sí, pero lo que quiero tiene que ver con tener certeza sobre después y nadie me la puede dar
-Pero tú tampoco quieres dármela, Fer
-¡porque no sé, Mora! No sé qué va a pasar y eso me frustra 
-¿Por qué? ¿Qué importa no saber? 
-Si no sabes a dónde vas, ¿cómo vas?-dijo Fer frustrado 
-El problema está en que crees que hay que llegar a algún lugar en específico, Fer, si hay algo que hacer es andar y, al final, vamos a llegar a donde tenemos que llegar-dijo Mora, también frustrada
-Ya estamos grandes, Mora, tenemos que pensar en después 
Mora sonrió no de felicidad, sino de tristeza, porque esa sonrisa cerraba el recuerdo de lo vivido con Fer, de sus idas y vueltas anteriores y de su hoy, donde entendía que, no sabía si solo por ahora o ya para siempre, no importaba cuánto bien le hiciera Fer o él a ella, no podían acompañarse, porque buscaban cosas distintas, que el otro no podía darles. Fer la miro y abrió los ojos extrañado:
-¿Qué pasa? 
-Nada, Fer, se acabó-dijo Mora ya con lágrimas en sus mejillas 
Fer la miró callado un rato y luego quiso decir "gracias", pero solo dijo:
-Perdón.
Hablaron por un rato más, Mora intentó explicarle que no era culpa de nadie, que solo eran distintos, pero él no podía evitar sentirse culpable y, cuando la abrazó para despedirse, lloró como ya nunca había querido atreverse mientras le decía:
-Gracias, Mora, por todo.
Ella, llorando y tratando de consolarlo, se quedó callada y le dio un beso en la frente como los que pensaba que lo calmaban, pero no funcionó, se soltaron y lo vio irse llorando mientras ella tampoco podía parar de llorar.

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