-Y yo sigo siendo la que te quiere con todo y tus miedos
-Yo no sé quererte con tus ganas, me asusta cómo haces que todo tiemble, que todo cambie y yo pierdo el control
-Creo que eso es lo que más me gustaba de mis días contigo, que no tenía el control, pero tampoco lo perdía, solo no era necesario. Nuestro mundo no era uno donde existiera el control, entonces, tampoco existía el descontrol, esa era una binariedad que parecía inventada, fabricada por los otros y para los otros, pero no para nosotros, nunca para nosotros
-Pero podía pasar cualquier cosa
-¡y podía pasar cualquier cosa! ¿No era lindo eso?
-No sé...tal vez, pero asusta un poco, ¿no? No saber qué viene, no entender bien qué pasa, no terminar de entender
-Sí, supongo...pero así todo asusta un poco, de nada sabemos mucho, ¿no? pero igual vivimos, igual, hacemos
-Pero sabemos más o menos a dónde vamos
-Y nosotros también sabíamos, creo, íbamos a disfrutar y a acompañarnos todo lo que pudiéramos
-¿y hasta cuándo íbamos a poder?
-Yo creía que estábamos en camino a averiguarlo, pero luego te fuiste y no supe nada y empecé a sentir que perdí el control como si la binariedad sí existiera, como si nuestro mundo hubiera dejado de ser nuestro
-Mora, yo me muero por ese mundo contigo, por ese mundo nuestro, me imagino un mundo a tu lado...pero lo quiero fijo, seguro
-Es seguro, Fer, tú eres mi hogar, donde, por fin, me dejo ser yo, veo mis fallas y mis aciertos, me abrazo, donde soy-Fer sintió, después de mucho, la chispa que sintió la primera vez que miró a Mora embelesado cuando la escuchó decir eso, esa chispa que lo repletaba y lo hacía sentirse capaz de todo-pero ¿fijo? no sé, porque cambiamos, Fer, y eso siempre va a alterar nuestro mundo porque es nuestro, lo complica o lo extiende y lo hace más bonito, más nuestro
-¿y si un día cambiamos demasiado?-dijo Fer, permitiéndole al miedo libertad
-Tal vez nos toque dejar nuestro mundo y hacernos unos nuevos, pero es algo que no sab-
-Tú también eres mi hogar, Mora, cuando haces que todo tiemble terminas dándome calma y esperanza-dijo mirándola perdido en sus ojos
-Entonces, Fer, ¿cuál es el miedo?
-Al después, ese después que no puedo controlar-dijo bajando la mirada
-Porque no necesitas controlar, necesitas vivir y que pase, puedes elegir el ahora o pensar en un después que no puedes cambiar
-Es que contigo yo quiero un ahora, pero también quiero un después, Mora-dijo Fer, esta vez, permitiéndoles libertad a sus ganas
Ya con lágrimas acobardando sus mejillas y sus palabras, Mora respondió:
-Y yo quiero todo contigo, Fer, porque quiero vivir y acompañarte, acompañarnos, quiero nuestro mundo libre de control, quiero esa vida que juntos hacemos parecer fácil sin intentarlo
-Es tan fácil cuando es contigo
-¿podemos intentar vivir días fáciles hasta que nos alcancen las ganas?
-Podemos, Mora y espero que nos sobren las ganas, porque quiero que mi mundo siempre sea el nuestro
-Te quiero, Fer, te quiero tanto.
Y, en ese abrazo, ambos se perdonaron y eligieron continuar o volver a empezar viviendo el ahora, siendo el momento, siendo juntos, acompañados.
-Gracias, Mora, por todo. Te quiero.
Y la sonrisa de Mora en el beso que él decidió robarle le contó a Fer que este era un fresco comienzo y que, esta vez, las ganas eran más fuertes que el miedo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario