martes, mayo 17

Historias incompletas -IV


-Hola
-Hola, Fer
-Te extraño, Mora, te extraño tanto
Mati tomó la mano de Mora entre sus manos y ella dejó caer las lágrimas que ambos ya sabían que se morían por salir
-Perdón, Mora, perdón
el corazón de Fer latía fuerte como cuando tomó la mano de Mora por primera vez
-¿Podemos vernos hoy? Necesito que hablemos 
-No sé, Fer, no sé si me haga bien 
-No quiero hacerte mal, pero hay cosas que hace falta decir 
-Sí, Fer, pero no creo estar lista para verte, tengo miedo 
-¿Puedo llamarte más tarde? 
-Sí, mejor, no puedo hablar ahora 
-Te llamo más tarde
Mora asintió en silencio 
-¿Mora? 
-¿Sí? 
-Gracias-y colgó.
Con el celular todavía en su mano izquierda, Mora aceptó el abrazo de Mati y, como hace varios meses, se cobijó en su hombro para llorar. Esta vez no sufría, ni lloraba porque extrañaba a Fer, lloraba porque haya vuelto, por la alegría de escuchar su voz y saber que eso no la dañaba, que en su corazón no había rencor y que, finalmente, iba a poder decir todo lo que calló en sus cartas. 
Fer se había quedado con la mente perdida en la única foto de ambos que tenía: la del marco que Mora le regaló un día cualquiera solo para hacerlo sonreír. Veía la foto y la sonrisa de Mora que siempre lo hacía sonreír buscando su sonrisa y tratando de mantener su valentía, su decisión de, por fin, verla de nuevo a los ojos, pero sus manos temblaban y un nudo en su garganta amenazaba con no dejarlo terminar ninguna frase. Tomó un vaso de agua como pudo, tomó su abrigo y salió de casa sin decir nada. No sabía bien a dónde iba, ni si iba algún lado, solo se había sentido asfixiado en casa y necesitaba respirar, mientras caminaba vio el árbol que a Mora tanto le gustaba y cómo las flores abrían sus botones, pensaba en cuánto haría eso, a Mora, sonreír. Después de muchos días, no podía alejarla de su mente ni por un instante y, de alguna forma, eso lo alegraba, así que sonrió.

No hay comentarios: