lunes, mayo 9

Completo.


Lo mágico de Fer y Mora era que se daban el regalo de la cotidianidad, de sentirse libres siempre, no aprovechaban el día, lo vivían. No había desesperación por hacer lo que no habían hecho, por vivir lo que les faltaba vivir, habían ganas de disfrutar juntos, de compartir los días, de compartir la normalidad, que se convertía en magia constante, en aventuras extraordinarias, porque estaban juntos y eso bastaba. No hacía falta que se fueran a alguna isla bañada por aguas turquesas, porque caminar por la ciudad mientras se tomaban de las manos los emocionaba más que cualquier otra cosa y ningún restaurante francés se comparaba con la pequeña mesita de la cocina de Mora cuando desayunaban ahí después de despertar abrazados. La magia los llenaba todos los días que compartían juntos esa vida que parecía tan fácil cuando se abrazaban antes de dormir, esa vida que era tan fácil vivir si estaban de la mano.

No hay comentarios: