domingo, mayo 8

Historias incompletas -VI


Ese día, Fer despertó decidido a aceptar la invitación de Mati, sabía que Mora iba a estar ahí y eso lo impulsaba a saltar, para él, ese salto era más difícil que saltar del puente. Cuando despertó, llamó a Mati:
-Acepto
-¿Te pedí matrimonio y no me acuerdo?
-Acepto hacer puenting con ustedes-dijo muy nervioso como para reír 
-Ya no sé si sea bueno, veo a Mora mejorando...
-Pero podría aprovechar para que hablemos 
-Sí, no creo que sea bueno, deberían hablar los dos solos, además, no le dije que te invité
-Bueno...solo desperté con muchas ganas de verla, de hablar con ella 
-Y ¿por qué no le hablas? 
-Porque, al final, sigo siendo el de siempre...pásenla bien, cuídala, chau
y colgó. Con el teléfono todavía en la mano, pensaba en por qué no le había hablado a Mora desde que leyó su carta, en por qué no se atrevía a hablar con ella antes de mirarla a los ojos y en por qué había despertado con ganas de atreverse a estar frente a ella hoy. Desde que Mora se fue de su vida, él se mantenía al tanto de ella a través de Mati, que, aunque Fer no lo sabía, se guardaba información sobre cómo estaba. 
Una noche poco después de la carta, Mora lloró en un bar, con Mati como su confidente, dejó ir en palabras todo lo que su corazón no soltaba y le dijo cuánta falta le hacía Fer y cuánto le hubiera gustado contarle sobre su nuevo trabajo esa noche. Al día siguiente, Mati y Fer se encontraron en el barrio y él le preguntó sobre Mora, Mati nunca mencionó su llanto desconsolado y se limitó a hablarle a Fer sobre su nuevo trabajo, entendía que, si Fer la dejaba ir era porque ya no le hacía falta o, como Mora pensaba, no le había importado lo suficiente y él siempre iba a querer cuidarla, así que su forma de hacerlo era evitar que Fer supiera cuánto sufría todavía por él. 
Fer, entonces, pensaba que Mora iba bien, que había dejado atrás la idea de él, a pesar de que, desde su silencio, él no paraba de extrañarla y, justo como ella quería, la buscaba en todos lados, le había dejado un vacío. Su teléfono seguía en sus manos cuando decidió marcar el número de Mora, que seguía sabiéndose de memoria. Marcó y, después de que timbró por primera vez, decidió colgar.


No hay comentarios: