lunes, mayo 30

sonrisas que sonríen

Mirarte a los ojos había sido siempre extraño, siempre mágico, siempre distinto
perderme en ellos, en cambio, era natural, parte de mí, de nosotros
sonreír al compás de tu sonrisa era cotidianidad, calma, era paz.
Esa vez, por vez primera, vi tus ojos encendidos con una luz distinta, incendiados por una energía que, hasta ese momento, no conocía
y me perdí, como siempre que me atrapa tu mirada, me perdí y la luz de mis ojos se convirtió en antorcha, copió tu fuego y se adueñó de esa energía explosiva, renovadora, de esa energía que se comía todo lo que encontrara a su paso
mi sonrisa se encontró de cerca con la tuya y, entre tus labios, fue más sonrisa que nunca, estalló y me convirtió en el dibujo de una sonrisa, en el olor de un beso, en el sonido de tus dedos en mi piel, en la sensación de un ahora que se convierte en un siempre, que desdibuja el tiempo y repleta el espacio, que hace los límites borrosos hasta que desaparecen, me convirtió en la yo que siempre quiero ser.
Y así fue, nos hicimos luz, fuimos risa y nos perdimos hasta encontrarnos por completo.

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