jueves, marzo 17

Alzheimer

Ya no recuerda su voz, ni su rostro, hace poco dejó de recordar cómo caminar, pero aún, cada vez que ve sus ojos, reconoce que ese hombre, cuyo nombre y rostro ahora desconoce, es su amor, porque no ha olvidado la emoción que la sacude cada vez que sus ojos se encuentran, porque, cada vez que él pronuncia su nombre, la sensación en su corazón es distinta, porque, en el momento en que sus manos se encuentran, reconoce cada arruga y parece recordar que son las marcas de todos los años en los que se acompañaron, porque no hay olvido que vaya a borrar cómo sus latidos se aceleran cada vez que sus ojos brillan acompasados.

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