sábado, marzo 19

Historias incompletas II

A Fer le gustaba dormir abrazando a Mora para oler su pelo y besar su cuello al despertar, pero hoy parecía más cansado que de costumbre y eso siempre lo ponía más cariñoso o, talvez, más vulnerable. Mora apagó la luz y fue a acompañarlo en la cama, se acercó para darle un beso antes de voltearse para que él la abrace, pero, después del beso,  Fer se amarró a su cintura y se acomodó cerca a su pecho, oliendo su cuello, Mora solo atinó a abrazarlo fuerte y besarle la frente. Luego, Fer volvió a decirle "gracias" y se durmió, ella no podía creer tener al hombre que siempre tiene el control y parece nunca temerle a nada abrazado a su pecho pareciendo asustado, frágil y vulnerable, lo besó de nuevo, besó su frente, sus párpados, sus mejillas y su boca tratando de evitar sus sobresaltos, su intranquilidad, tomó su pelo entre sus manos y paseó sus dedos por esa cabeza que le daba sueños que lo hacían temblar. Él seguía intranquilo y se aferraba más a ella, a su olor y a su amor, a su paz, sin dejar de contenerlo, pronunció un casi silencioso "te amo" y besó su mejilla, de pronto, la respiración de Fer cambió, los latidos de su corazón se acompasaron con los de Mora y su abrazo se afianzó, fue como si solo necesitara esa mínima seguridad que ella le daba para ser el ser increíblemente protector y dueño de sí que era para Mora, como si ella le contagiara la paz que él siempre le regalaba. Feliz, Mora cerró los ojos después de darle otro beso, lo abrazó serena y, también, se durmió. 

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