jueves, abril 21

Historias incompletas -X

No siempre las historias tienen finales felices, tampoco tienen finales, solo dejan de ser historias, se desdibujan, desaparecen, se esfuman, se van desvaneciendo o se desvanecen porque para alguno de los protagonistas la historia nunca fue más que un escape, que un refugio temporal, porque la historia, en realidad, era solo un cuento, un invento.

Hola, Fer, no estoy lista para decirte adiós y, tal vez, nunca vaya a estarlo, pero hoy decido, después de mucho, sacarte de mi vida. Sí, hace mucho tú decidiste sacarme de la tuya y yo decidí quedarme, como lo había decidido ahora, porque pensé que, probablemente, podríamos hablar y ser amigos y ver si nuestra amistad era más fuerte que lo demás, pero hoy me doy cuenta de que no te importa, no te importan ni mi amistad, ni mi amor, ni mi cuerpo, ni yo, no te importo y espero, de todo corazón, que, en algún momento, sí te haya importado y que nuestros momentos juntos hayan sido para ti tan de entera sinceridad como lo fueron para mí, espero que, en algún momento de lo que sea que tuvimos, te haya importado de la manera en la que tú me importas hoy, que, en algún momento, hayas querido mi bien como yo quiero el tuyo, porque me duele la idea de que no, de que nunca hayas querido cosas buenas para mí, de que no haya habido sinceridad y solo me hayas usado como un refugio temporal, me duele la idea de haberme equivocado tanto contigo, tanto al escogerte, me duele escribirte hoy y no mirarte a los ojos para hablar, me duele que ya no me busques ni en tus sueños, cuando yo sigo buscándote siempre, hasta en la realidad, cuando yo sigo creyendo, como la siempre estúpida que fui, que, en algún momento, vas a volver a mí porque me quieres, porque algo en ti te dice que te hago falta, porque sientes un vacío que no sabes llenar con nada que no sea yo y tal vez eso es egoísta de mi parte, pero ya eso me importa tan poco como me importa mi orgullo, tan poco como me importa que me leas ahora y sientas que estoy dolida, he vivido gran parte de mi vida queriendo cuidarte, tratando de cuidarte, queriendo cuidarte siempre y dejé de cuidarme a mí, pensando que, tal vez, tú querías cuidarme a mí, porque eso era lo que me hacías sentir cuando estábamos juntos, en nuestras largas charlas nocturnas mirando la luna, pero hoy me doy cuenta de que no, nunca te importó cuidarme y, de nuevo, me creí sola el cuento que yo me inventé, pensando que si habíamos vivido dándonos siempre vueltas y habíamos tenido momentos tan mágicos juntos era porque algo más había detrás, porque, en algún sentido raro que no entendía, estábamos íntimamente conectados, estábamos unidos y hoy, de nuevo, me doy cuenta de que no, de que tal vez nunca fue así y solo fui yo la que no supo dejarte ir y todos mis miedos vuelven a aparecer y mis condicionamientos vuelven a asustarme y me siento, una vez más, sola, porque estoy sin ti, porque no solo dejé de tenerte, sino que tal vez nunca te tuve y viví aferrada a una historia que solo era eso, una historia, que no tenía una contraparte real, que no existía en la realidad, era un cuento que me hacía bien y me mantenía a flote y, hoy, me hundo en ese fondo, en ese hoyo al que tú tanto le temes y al que yo nunca le temí, porque me creí que te tenía para no hundirme, pero nunca te tuve y, tal vez, siempre estuve hundida, siempre estuve atrapada en esta oscuridad de la que no sé salir y en la que sabía estar contigo, porque eras luz para mí, pero hoy estoy despiadadamente sola, sin tu luz y sin la mía, hoy, al perderte -o perder la idea de ti- me pierdo a mí, pierdo toda la fortaleza que construí sobre una base inexistente, pierdo todo eso que, en realidad, no existía. De corazón, espero que seas muy feliz, que nada te pare, que no dejes que el miedo sea más fuerte que tú nunca, que te atrevas a vivir, que vivas, que llores y que sonrías, pero que vivas, que nada te frene, sobre todo, que no seas tú mismo quien te frene, vive, vive para ser feliz, tan feliz como la vez que hayas sido más feliz en tu vida, vive siempre, Fer.
Gracias por el cuento que me dejaste inventar,
te amo.
Mora

Y esa fue la primera vez en que Fer sintió a Mora perdida, en que sintió que Mora se iba de él, que perdía esa parte de él que no se atrevió a cuidar, que no se atrevió a terminar de querer. Lloró un poco, sin saber qué hacer y, luego, como casi nunca, decidió escribir algo para ella.

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