lunes, abril 18

Historias incompletas XI

Mora esperaba sentada viendo a los viajeros saludarse y despedirse, viendo a la gente llorar de tristeza o de alegría, veía, en especial, a una abuela que llevaba un globo en la mano, veía la ansiedad en su pierna derecha, que, como la suya, se movía sin parar, oía los mensajes que cada tanto daban y tomaba un café bastante feo, pero parecía no importarle mucho, dejó de mirar a la abuela y se paró a buscar algún dulce para que la espera se haga menos larga o, por lo menos, caminar la distraiga un poco. Compró un alfajor de los que Fer siempre le compraba y esperó que hayan pasado unos 20 minutos, pero no habían pasado ni 3, compró otro café feo y volvió a su lugar y volvió a concentrarse en la abuela y en la ansiedad de su pierna, que parecía moverse al compás de la suya, ambas esperaban con ganas de que la espera termine, de pronto, la abuela la miró, se fijó en su pierna ansiosa y sonrió: ya eran amigas o, por lo menos, eran parte del mismo club de ansiedad. Mora sacó el cuaderno que casi siempre llevaba en la cartera y un lápiz que le dieron el día de su entrevista, empezó a dibujar, pero el dibujo se fue convirtiendo en palabras y terminó siendo poesía sobre la espera, sobre la abuela, sobre la ansiedad y sobre el amor, miró hacia arriba buscando el estado del vuelo que esperaba y leyó un angustiante "Demorado", cerró el cuaderno, se paró y fue a botar el vaso de ese café que ya no aguantaba, volvió a sentarse y, de nuevo, comenzó a escribir, su pierna se movía un poco más y parecía estar escribiendo en círculos, sin avanzar, no decía nada, aunque escribía mucho, pero nada pasaba, el cuento no cambiaba, la historia no avanzaba, solo giraba sobre el mismo punto, una y otra vez, CÍRCULOS, MORA, CÍRCULOS sonaba en su cabeza cuando algo la distrajo, una voz dulce 
-Hola
-Hola-respondió sorprendida
-Vi que esperamos y que la lluvia nos va a tener aquí por un rato
-Sí y que movemos las piernas al compás-rió avergonzada
-Eso también, ¿a quién esperas?
-A mi amor, ¿usted?
-También...esperas a tu novio, ¿entonces? 
-Espero a mi-se detuvo a pensar que Fer no era su novio, no era nada, pero era todo-mi compañero favorito
-Entonces, estamos esperando a la misma persona-la abuela rió y Mora también
Mora levantó la mirada y el estado del vuelo había cambiado "Aterrizó", sonrió y le dijo a su nueva amiga "el mío ya llegó", ella miró el tablero y dijo "el mío también", como si fueran amigas hace tiempo, se pararon juntas, Mora le ofreció su brazo y caminaron juntas hacia la zona de llegadas, ya no podían ver su ansiedad, porque paradas sus piernas no se movían, pero cada una sentía lo fuerte que latía su corazón y el sudor que empezaba a aparecer en sus manos, de pronto, la puerta se abrió y salió un niño, de ojos grandes y muy brillantes, con una capa de Superman, corriendo, escapando de su mamá, se detuvo, vio a la amiga de Mora y gritó "¡abue!", ella se soltó del brazo de Mora y se agachó a abrazar a su nieto "¡mi amor, cuánto te extrañé!" y lo llenó de besos, mientras él reía y su mamá los veía feliz, como Mora, que se había perdido en esa escena, que los veía como si ella hubiera esperado siempre ese reencuentro, como si fuera su abuela la que estaba tan feliz, como siempre que se emocionaba, un par de lágrimas cayeron mientras sonreía y, mientras la abuela se incorporaba con su nieto en brazos, le dijo "qué compañero más hermoso" y ella sonrió 
-Santi, ella es una amiga de la abuela, que también espera con muchas ganas a su amor
-Hola, amiga de la abuela
-Hola, Santi, ¿viniste a salvarnos a todos?
-Sííí-dijo hinchando su pecho y tomando el globo que su abuela tenía en la mano
-Mora-una voz la sacó de lo embelesada que estaba con Santi
-¡Fer!
Y caminó hacia él para abrazarlo fuerte, cayeron un par de lágrimas más y sonrió como cuando despertaba a su lado y él todavía estaba dormido, como cuando lo veía soñando en paz, lo besó y la ansiedad se detuvo, se fue. 
-¡Lo que te extrañé!
-Y yo a ti-le dijo al oído sin soltarlo, acurrucándose en su cuello como para ya nunca dejarlo ir
Fer sonrió y la abrazó fuerte por la cintura para luego soltarla y tomar su mano mientras tomaba, con la otra, su maleta, segura, de su mano, lo miró a los ojos sonriendo y le dijo "eres mi compañero favorito, Fer" y él sonrió.  

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