miércoles, abril 13

Historias incompletas X

-¿Hola?- respondió Mora, con voz de dormida

-Tus miedos son los míos, Mora, solo que yo no tengo tu fortaleza

-Hola...esa fortaleza mía nace en ti

-Hola, dormilona, perdona, necesitaba decirte...creo que siempre callo mucho

-Hola, precioso, gracias, necesitaba que me lo dijeras

-Yo necesito verte, abrazarte, comerte a besos, te necesito

-Yo a ti, siempre

Conversaron un poco más sobre lo cercano de su reencuentro y Mora recordó que tenía una entrevista:

-Me voy a bañar, ¡cómo quisiera que estés acá!

-Si estuviera allá, te perderías la entrevista...¡a bañarse, señora!

Mora rió, le mandó un beso y se despidió. Después de bañarse acompañada por la música sonando a todo lo que daba, se cambió, se peinó, tomó un café medio frío y salió a la calle. El sol brillaba fuerte, como iluminando todo y Mora sentía que su corazón también, que su calma se había renovado, cantando desafinada -como siempre- caminó las 13 cuadras que la separaban de la entrevista. Cuando estaba sorteando el último charco de la última cuadra, la música en sus oídos se detuvo: era un mensaje de Fer.

"Suerte, después avísame cómo te fue. Gracias por todo lo que me das"

Sonrió como tonta, como cada vez que leía uno de esos mensajes tiernos que, de vez en cuando, se le ocurrían a Fer y, cuando se dio cuenta, ya tenía la bota metida en el charco, rió, sacudió el pie y siguió andando. Llegó a la puerta del lugar, respiró hondo y entró, las manos le sudaban, como muy pocas veces en la vida, y las primeras sílabas de lo que dijo sonaron débiles y nerviosas

-VenVENGO a la entrevista

La recepcionista la miró sin darle mucha importancia y le señaló el sofá que estaba detrás de ella mientras se dirigía a la oficina de su jefe. Mora, ya sentada, no podía evitar mover su rodilla derecha sin parar y eso la hizo pensar en por qué eso nunca le pasaba cuando tenía a Fer tomando su mano, era como si, con él, su ansiedad dejara de existir, pensó, como ayer, en cuánto quería tenerlo cerca y, cuando empezaba a perderse en el recuerdo de su sonrisa, la voz de la recepcionista la interrumpió para guiarla hacia la sala donde sería la entrevista. La jefe de la recepcionista era una mujer risueña y de cejas pobladas y oscuras, de ojos grandes y tan risueños como ella, lo que generó confianza inmediata en Mora. Ambas se sentaron y conversaron por lo que, para Mora, fue media hora hasta que el sonido de su celular las sacó de la tertulia, era Fer, preguntando si todo había salido bien. En realidad, había sido una hora de larga charla y Fer, obviamente, estaba ansioso por saber, Mora le agradeció a la jefe risueña, se despidió de la recepcionista con un "hasta luego" acompañado de una sonrisa y llamó a Fer.

-Gracias

-¿Por qué? ¿Cómo te fue? ¿Todo bien?

-Por ser mi paz, por tu calma, por tu fuerza, por todo lo que eres en mi vida, gracias

-El "gracias" es mío, eh -dijo Fer mientras reía y buscaba la forma de que Mora entienda que todo eso solo era el reflejo de lo que ella le daba

-Sí, señor, pero...¡gracias!

-No hay otra causa para que pueda darte eso que todo lo que me das, gracias

-Te amo, Fer, quiero tenerte siempre

-Te amo, Mora, siempre me vas a tener

Y esa frase bastó para que todo lo demás dejara de importar en ese momento para Mora, por fin, tenía la confirmación de Fer de que iba a estar para siempre; salió del lugar y, con Fer en sus oídos, con todas sus ganas, saltó hacia el charco. Con Fer de su lado, volvía a atreverse como se atreven los niños, pero con las convicciones de alguien un poco más grande, con Fer de su lado, sentía que podía vivir todo lo que quisiera vivir, porque, con Fer de su lado, vivir se hacía fácil.

No hay comentarios: